viernes, 4 de octubre de 2013

Made in spain




La marca España, amén de todas sus bondades y buenas intenciones, lleva todos los visos de ser inmortalizada por un grado superior de corrupción e inmoralidad que nos hará figurar en los anales de la historia de la miseria humana.  Sin duda son muchísimas las empresas, instituciones y personas físicas que nos dan renombre y hacen que uno se sienta orgulloso de ser español. Pero la corrupción política y la injusticia han llegado a unos extremos que ensombrecen las luces que nos hacen brillar. En pocos lugares del mundo civilizado pueden verse a los grandes estafadores encumbrarse como directivos de multinacionales después de haber arruinado a miles de familias con las preferentes. Pero eso era poco para la marca España. Hacía falta rebasar el listón de la ignominia. El Gobierno ha autorizado, de una manera aún más flagrante, a que los bancos cancelen el pago de intereses a los propietarios de preferentes, se dificulta  el acceso a los tribunales a los afectados por la estafa. Y para colmo, en caso de obtener una sentencia positiva, se pretende que el Fondo de Reestructuración Ordenado Bancario (FROB) tenga la capacidad para impedir que se cumpla.
            En otros lugares los políticos dimiten por falsear una tesis. En España a los estafadores, además de ponerles medallas, el gobierno les ayuda a que escapen. Así lo aseguran los expertos en el tema, quienes afirman que desde la reforma que realiza Rato en el 2003, pasando por los últimos decretos del gobierno actual, lo que se ha realizado es toda una arquitectura legal, a medida, para permitir a los bancos y cajas incautar fondos de la gente, hacerlo gratis, no devolverlo y que no les pase factura. Todo un símbolo made in spain.
            Pero la marca España, o mejor dicho la España que nos marca con hierro candente a los españoles tenía mucho más que añadir  con esa justicia dilatoria donde a fuerza de presentar recursos y marear la perdiz, se llega a esa fecha en el que todo ha prescrito y los ladrones se van a su casa como si nada y siguen siendo señores respetabilísimos. Porque la Justicia made in spain tiene fecha de caducidad, como los yogures, y los delitos al cabo de un tiempo prescriben como si nunca se hubieran cometido.
            Pero esta España del 26% de parados, esta España que cierra hospitales y crea cada vez más listas de espera. Esta España que  deja a los alumnos sin profesor, no paga las facturas y aboca a la ruina de miles familia. Esta España que esta pasando hambre necesitaba una  vuelta de tuerca olímpica. Ocho millones de dinero público se han gastado en la candidatura olímpica de Madrid 2020. El equivalente a lo que quería recaudar Hacienda con la subida del IVA del año pasado y lo que se quiere ahorrar gracias a la reforma local.  Una cantidad idéntica a la que ha invertido España en América Latina en materia de cooperación al desarrollo entre 2000 y 2010. Pero eso si, esta tercera candidatura olímpica era la de “la austeridad”, ya que fue mucho más económica que la de 2012 donde se invirtieron 22, 4 millones de dinero público. Pero con toda esa austeridad hay datos que nos llaman poderosamente la atención. ¿Saben que el dossier de la fallida candidatura Madrid 2020 costó 740.000 euros más IVA y la traducción del mismo supuso otros 20.000 del ala, más IVA?. ¿Han escuchado que la factura de los uniformes fue de 42.895 euros?.
Con 8000 millones de euros se podría haber dado de comer a muchas personas, se podría haber mejorado algo esta sanidad de cartón que nos están dejando. Pero no, era mucho más importante que este país endeudado y su capital, con el ayuntamiento más entrampado  de España y 9800 millones en inversiones olímpicas, -el 80% de los cuales debe a los bancos-,  volviera a endeudarse, para fardar ante el mundo con un proyecto olímpico que, según las últimas noticias llegadas de Londres, al menos allí, no tuvo la rentabilidad ni las expectativas esperadas, puesto que ni siquiera recuperó la inversión realizada.  Pero este es el modelo made in spain, este es el símbolo de esta España que nos marca, que nos empobrece moral y físicamente. La España de las grandes instalaciones y presentaciones y la de los deportistas mal pagados. La España de tirar cohetes aunque no haya para comer. Esta España de políticos mangantes, mentirosos y sin escrúpulos que día a día remueven el caldo putrefacto de esta olla en la que nos movemos todos. La España de Rato, de  Bárcenas, de los Ruiz- Mateos, la de Roca, la de Fabra, la de Urdangarín, la de los falsos ERES. Viendo su ejemplo, pronto no habrá nadie que se salve. Ningún españolito quiere ser el tonto honradísimo, el  ciudadano ejemplar que alza la copa del meado como un mentecato. Visto lo visto, todo hijo de vecino es muy posible que prepare sus trapacerías.
No, no creo en los políticos. No creo en los banqueros ni en sus alianzas con el poder. Apenas creo en la justicia y este desánimo, por desgracia, es el pan con que nos alimentamos todos los días. Creo en esa fuerza social cada vez más grande para cambiar las reglas del juego. Creo en los que no se callan. En los que no se doblegan. No soporto ese silencio claudicante que nos va matando. Si somos capaces de reclamar cuando nos devuelven mal el cambio, ¿por qué no protestar frente a la corrupción, el despilfarro y la injusticia con los que tanto daño se nos inflige a todos? 

                                                                  M. Picó