El pasado mes de julio presenté mi libro de relatos “Hierro
y Tierra”en la librería Rafael Alberti, con relatos ambientados
en la provincia de Albacete. En ella también han presentado autores de la talla de Jose Luis Sampedro, Mario Vargas Llosa, Alvaro
Pombo, Bernardo Atxaga y otros muchos autores nacionales e internacionales de
prestigio.
La verdad es que ser invitado por una librería emblemática
de la capital de España puede seducir a cualquier escritor novel. Basta adentrarse en
la página web de la Alberti para comprobar que en ella hay miles de
títulos, especialmente de literatura y una agenda de encuentros cubierta para
todo el año donde cada semana hay como mínimo una presentación, incluida la
temporada estival.
La dueña de la librería Lola Larumbe, tras leer
Hierro y Tierra manifestó que yo tengo “oficio”, lo que viene a significar
que la obra posee calidad literaria. Posiblemente por eso me
invitó a hacer una presentación del libro en la Alberti, lo que no deja
de ser un reconocimiento literario que me ha pillado por sorpresa, y aunque sea
con levedad, tal vez pueda servirme de algo en el futuro.
El escritor y publicista David Torrejón, quien tiene
varias novelas publicadas, ha colaborado en varias revistas y dirige
"Anuncios", una publicación semanal para profesionales de la
publicidad manifestó que le parece imprescindible que existan escritores como
yo, "en la senda de Miguel Delibes, Aldecoa y de tantos otros que parecían
no tener continuidad". Lo dijo y yo, probablemente, me sonrojé, porque
creo que todavía me falta mucho para poderme siquiera comparar a ellos. Tal vez
esté en la senda, pero muy al principio.
David, que dejó el cierre de la edición de Anuncios para
presentarme, que ya es de agradecer, clasificó los 23 relatos que componen
"Hierro y Tierra" en cuatro bloques: cuentos de esperanza, cuentos de
desesperanza, relatos con un punto de humor berlanguiano. Y por último, cuentos
que no lo son , sino que son recuerdos propios o ajenos. Y en esta
clasificación, en la que no me había parado a pensar, si que estuve de acuerdo
plenamente.
Luego vinieron más flores: “la paciencia y el gusto por
escuchar a quienes vivieron esos tiempos difíciles, mi empatía o, lo que es lo mismo mi supuesta
capacidad para ponerme en la piel de esos personajes de una pieza, tan ajenos
muchas veces a mí”. Una empatía que, a su juicio, está teñida de un profundo
amor, que se nota en cada palabra, en cada frase, en su opinión, incluso cuando
hablo de personajes que nos producen más rechazo que otra cosa. Con eso también estuve de acuerdo, porque
creo que si uno no se pone en la piel de sus personajes estos nunca llegarán a
emocionar, a atrapar al lector.
Y siguió con que mi prosa "alcanza unos niveles expresivos
extraordinarios. Una intensidad a la que cualquier autor aspiraría" y ahí
ya reventé de orgullo, pero desconfié de si no se habría pasado con el almíbar.
El acto reforzó mi ego y me
envaneció –tal vez todas las presentaciones de lo que sea no son más que actos
de vanidad. Sin embargo, pese a todo,
sé que no se puede perder el norte por un simple destello. Todo esto está muy
bien para un escritor, pero hay que verlo con cierta distancia, con desapego,
sin endiosarse. Porque, al día siguiente, el escritor se la juega de nuevo
sobre el papel en blanco y no vale lo que escribió ayer, sino lo que ha vuelto
a escribir y en empeño y la pasión que ha puesto en esa tarea. La gloria
verdadera se escribe todos los días a base de trabajo y esfuerzo y las musas
dependen casi al cien por cien de ellos. No hay magia en esto de escribir. Ha
de haber un mínimo de vocación y capacidad, pero lo demás es sudoración y
posiblemente es el porcentaje más alto.
Los fastos se olvidan en
cuestión de horas y el escritor, como cualquier profesional, ha de estar de
nuevo ahí para darlo todo. El que piense lo contrario va de cráneo.
Después de esta elogiosa
presentación, con seguridad la mejor que hasta ahora han hecho de “Hierro y
Tierra”, vinieron las citas del libro. Tras ellas llegó mi turno. Recordé
muchos de los personajes que aparecen en el volumen, además de hacer una
encendida defensa de la gente corriente y de las personas sencillas y honradas
que, como muchos de mis personajes, son las más necesarias y las que de verdad sacan adelante el país.
El acto concluyó con un vino
de honor (blanco Macabeo fermentado en barrica de la cooperativa Nuestra Señora
de la Cabeza de Casas Ibáñez) y queso,
manchego, no podía ser menos El público, entre los que se encontraban
oriundos de Casas Ibáñez y la comarca, además de otros manchegos y
madrileños aplaudió el acto y me animó a seguir promocionando este libro
y escribiendo. En buena parte para darles las gracias a todos ellos escribo
estas líneas. Es lo mínimo que merecen mis lectores.
PD. “Hierro y Tierra”
puede encontrarse en las librerías de Albacete (Popular, Sanz, Biblos,
Universitaria, Sarraz y Herso), de
Casas Ibáñez (Goval, Chacón y Casablanca), así como en Madrid (Rafael Alberti y
Miraguano), en Zaragoza (hipermercados y librerías), así como en el domicilio
del propio autor (C/ Huerta, 30 de Casas Ibáñez, Albacete)