sábado, 18 de agosto de 2012

Bragas y libros



         El cartel es bien claro: por la compra de tres bragas, un libro de regalo. La oferta de lencería destaca entre la multitud de puestos callejeros por ser la única con pretensiones de incentivar la lectura.

Las subvenciones culturales no llegan o se suprimen, el IVA de los espectáculos casi se va a multiplicar por tres dentro de nada y el pueblo tira por la calle de en medio para promocionar la cultura a su manera. “Por la compra de tres bragas, un libro de regalo”. ¿Es la cultura de la entrepierna o la del absurdo?. Desde luego si es una de las asociaciones más estrambóticas que pueden darse. Lo próximo pueden ser pepinillos en vinagre y películas de cine o sujetadores y revistas. Es el nuevo surrealismo de esta España que están dejando en paños menores políticos y especuladores. Tanto monta, monta tanto. Es la España de chiste y pandereta que van pergeñando estos decadentes tiempos de crisis.

Las bragas, quizás en el fondo, son el sueño erótico de todo libro. Literatura e intimidad. Letras y encaje. Sentimientos y pasiones. Y colores y tallas y marcas. Lo que sirve para tapar  lo que hay más allá  de unas ingles femeninas y lo que se destapa  detrás de una cubierta. Una conexión perfecta en nuestra era del absurdo donde las tetas tiran más que las carretas y la política mucho más que la inteligencia, mientras grandes ideas se mueren sin patrocinadores. 

         Si la lectora carece de marca-páginas puede meter las bragas para saber por donde se quedó. Es el toque picante que puede darle una lectora a una novela sin erotismo. Si el compañero ve el cuadro tal vez piense que es la señal de una noche para la antología sexual. Descubrir que hay de verdad en esta suposición puede ser un ejercicio estimulante para el amor y el sexo

         Braguita a braguita las mujeres pueden hacerse con toda una biblioteca. Porque está muy claro: la cultura hay que extenderla, expandirla allende los mares, aunque sea a costa de llenar de lencería todos los cajones de la casa. Y con esta y otras ofertas similares las lectoras pueden aumentar un mil por cien.

         La cultura hay que regalarla porque son minoría los que la compran. Cualquier hija de vecina lleva unas bragas, pero no todas compran libros. El libro necesita un incentivo, un empujón, un gran premio y mucho marketing y si no, ahí se queda para vestir santos. Descatalogado, olvidado por centenares de novedades que  sepultan a los libros que ya no están de moda y no son los que corresponden al verano actual o a cualquier otra estación del año en curso.
La oferta de 3 x 1 es quizá la que muchas mujeres estaban esperando para lanzarse a leer. El pack de mercadillo que necesitaba para lanzarse a la piscina de la literatura, tal vez de la cultura cogida con pinzas. Porque los españoles, sobre todo en estos tiempos de crisis, somos devotos de la oferta, de las rebajas y los regalos. Todo nos viene de perlas si es gratis, aunque luego no lo utilicemos jamás.

Bragas de moda y libros olvidados. Actualidad y palabras dormidas. Nada es el olvido sin el presente, sin una fecha en el calendario sobre la que la moda se pase y el tiempo nos haga reírnos de ella y la desmemoria nos haga sepultar los viejos furores de temporada y hasta las hermosas palabras que un día leímos o escuchamos.

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