El
cartel es bien claro: por la compra de tres bragas, un libro de regalo. La
oferta de lencería destaca entre la multitud de puestos callejeros por ser la
única con pretensiones de incentivar la lectura.
Las subvenciones
culturales no llegan o se suprimen, el IVA de los espectáculos casi se va a
multiplicar por tres dentro de nada y el pueblo tira por la calle de en medio
para promocionar la cultura a su manera. “Por la compra de tres bragas, un
libro de regalo”. ¿Es la cultura de la entrepierna o la del absurdo?. Desde
luego si es una de las asociaciones más estrambóticas que pueden darse. Lo
próximo pueden ser pepinillos en vinagre y películas de cine o sujetadores y
revistas. Es el nuevo surrealismo de esta España que están dejando en paños
menores políticos y especuladores. Tanto monta, monta tanto. Es la España de
chiste y pandereta que van pergeñando estos decadentes tiempos de crisis.
Las bragas,
quizás en el fondo, son el sueño erótico de todo libro. Literatura e intimidad.
Letras y encaje. Sentimientos y pasiones. Y colores y tallas y marcas. Lo que
sirve para tapar lo que hay más
allá de unas ingles femeninas y lo que
se destapa detrás de una cubierta. Una
conexión perfecta en nuestra era del absurdo donde las tetas tiran más que las
carretas y la política mucho más que la inteligencia, mientras grandes ideas se
mueren sin patrocinadores.
Si
la lectora carece de marca-páginas puede meter las bragas para saber por donde
se quedó. Es el toque picante que puede darle una lectora a una novela sin
erotismo. Si el compañero ve el cuadro tal vez piense que es la señal de una
noche para la antología sexual. Descubrir que hay de verdad en esta suposición
puede ser un ejercicio estimulante para el amor y el sexo
Braguita
a braguita las mujeres pueden hacerse con toda una biblioteca. Porque está muy
claro: la cultura hay que extenderla, expandirla allende los mares, aunque sea
a costa de llenar de lencería todos los cajones de la casa. Y con esta y otras
ofertas similares las lectoras pueden aumentar un mil por cien.
La
cultura hay que regalarla porque son minoría los que la compran. Cualquier hija
de vecina lleva unas bragas, pero no todas compran libros. El libro necesita un
incentivo, un empujón, un gran premio y mucho marketing y si no, ahí se queda
para vestir santos. Descatalogado, olvidado por centenares de novedades
que sepultan a los libros que ya no
están de moda y no son los que corresponden al verano actual o a cualquier otra
estación del año en curso.
La oferta de 3
x 1 es quizá la que muchas mujeres estaban esperando para lanzarse a leer. El
pack de mercadillo que necesitaba para lanzarse a la piscina de la literatura,
tal vez de la cultura cogida con pinzas. Porque los españoles, sobre todo en
estos tiempos de crisis, somos devotos de la oferta, de las rebajas y los
regalos. Todo nos viene de perlas si es gratis, aunque luego no lo utilicemos
jamás.
Bragas de moda
y libros olvidados. Actualidad y palabras dormidas. Nada es el olvido sin el
presente, sin una fecha en el calendario sobre la que la moda se pase y el
tiempo nos haga reírnos de ella y la desmemoria nos haga sepultar los viejos
furores de temporada y hasta las hermosas palabras que un día leímos o
escuchamos.
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