domingo, 14 de octubre de 2012

Presunción



El presidente Mariano Rajoy ha dado las gracias a los millones de españoles que no nos hemos manifestando y que, según él presupone, estamos de acuerdo con la política del gobierno. Sin duda este es un acto de presunción sin parangón. ¿Significa el silencio la aceptación? Quien calla,  otorga, parece decir el presidente, acogiéndose al refranero popular, pero a mi juicio, se equivoca.

El silencio es una actitud neutra en la que en absoluto está probada ni la conformidad ni el rechazo a su Gobierno. Buena parte de los españoles ya no cree en los políticos ni en las soluciones que ofrecen dentro de una economía hipotecada. No todo son multitudinarias manifestaciones en Madrid o en grandes ciudades. A través de los medios de comunicación, en centros públicos y privados uno puede ver y escuchar  miles de protestas individuales y con toda probabilidad estas también se dan en muchos  hogares y lugares y de todos ellos jamás tendremos noticia.

Los casi cinco millones de parados que hay en nuestro país no creo que anden precisamente dando saltos de alegría ni aplaudiendo al Estado, ni con este ni con el anterior Gobierno. Ni  los jubilados que han de pagar una parte de sus medicinas, ni los inmigrantes irregulares que tienen que abonar la sanidad de su bolsillo, ni los universitarios cuya matrícula ha subido de lo lindo, ni los miles de morosos y desahuciados que se ven acosados por las deudas, ni tantos y tantos ciudadanos que vemos como cada día nos recortan gastos en educación, sanidad, cultura y servicios sociales, mientras nos suben los impuestos.

El estado de bienestar se está convirtiendo en un estado de malestar para los ciudadanos. El Gobierno es probable que haga lo que mande  Olli Rehn, el comisario de Asuntos Económicos de la UE, que velará en todo momento para que España pague su deuda. Algunos españoles se manifiestan y otros no, pero es más que dudoso creer que hay una inmensa mayoría que apoya al Gobierno por el mero hecho de no manifestarse públicamente. El malestar está con nosotros, en las calles, dentro de nuestras casas y en todas partes y eso no se borra con una sonrisa en la tele y buenas palabras. La cruda realidad que nos toca vivir cada día es muy difícil de digerir y cualquiera que fuese el Gobierno que estuviese en el poder, tendría una inevitable merma en su valoración política. El  PP, según los sondeos, parece que no  es  menos.

El derecho a manifestarse es plenamente constitucional y ,con la que está cayendo, la ciudadanía no puede convertirse en un disciplinado rebaño. Las voces de protesta se han alzado y, con toda probabilidad, se seguirán alzando. Con los pies en el suelo, creo que nadie puede esperar otra cosa. La sumisión es propia de los tiempos de bonanza o cuando el miedo nos atenaza. Ninguno de estos dos supuestos se da en estos momentos y eso sin duda favorece una respuesta por parte de la sociedad,  aunque al presidente no le agrade.
A priori el señor Rajoy presupone demasiado en estos tiempos de crisis e incertidumbre. Y la presunción jamás es buena consejera, mucho menos ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario