Para desayunar
un buen tazón de desafío soberanista catalán, para comer doble ración de lo
mismo y para cenar se repite la historia. Parece que no hay otra noticia tan
importante ni en Cataluña ni el resto de
España. Ningún otro asunto acapara tanto espacio en los medios. Ninguno se ha
hecho tan pesado, tan cansino y molesto.
Mas, la Cup, Junts pel Si, los del No, Esquerra, Rajoy, Carme Forcadell,
esteladas, banderas españolas, Romeva, la Constitución, el ministro de turno,
representantes de los distintos partidos, juristas expertos, el artículo 155 de la Constitución, “opinadores”
de toda laya, debates, ruedas de prensa, declaraciones… Después de remover está
ensalada tantos meses, día sí y día también, esta se ha hecho puré y uno ya
está mareado y harto de ella.
El asunto
tiene su importancia, desde luego. No he de negarlo. Pero, ¿realmente la
sociedad española necesita pagar a los
políticos para que todos los días estén dedicados en cuerpo y alma al mismo tira y afloja? Si todo ese
maravilloso tiempo que emplean con este
debate enquistado, lo dedicaran a preocuparse por los problemas realmente
graves de la gente, seguramente nos iría muchísimo mejor. Nada se
dice nada de cómo solucionar la pobreza energética de cuatro millones de
españoles que no tendrán dinero para
calentarse este invierno. Casi no se habla de si va a entrar en vigor la ley
LRSAL (Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local) el
próximo 1 de enero, con la que se eliminarían buena parte de los servicios sociales actuales.
Según el presidente de la federación de Municipios y Provincias, Abel
Caballero, de entrar en vigor cientos de niños se quedarán sin becas de comida,
miles de personas tendrán que dormir en la calle porque no podrán estar en los
albergues y docenas de miles perderán el
servicio de teleasistencia. ¿Por qué se planeó una ley tan lesiva para los 8122
ayuntamientos de toda España? Apenas se cuenta que somos el cuarto país de
Europa con el recibo de la luz más caro (después de Dinamarca, Alemania e
Irlanda) y nadie hace nada por pararle los pies a las eléctricas? Los costes
regulados o peajes de la electricidad, que están en manos del Gobierno suponen
el 56% de la factura. Aquí se incluyen los costes de distribución y transporte
de esa energía hasta nuestros hogares y otros conceptos más complejos, como las
subvenciones a las renovables, o el famoso déficit de tarifa.
Pero lo curioso
de este enredo es que la energía se subasta y las cinco eléctricas - fundamentalmente
Iberdrola, Gas Natural y Endesa- son juez y parte de la subasta. Producen energía
y a la vez la distribuyen y deciden a qué precio se la venden a sí mismas. Como
consecuencia se puede aumentar el precio de la luz tanto como se quiera y nadie
sabe bien qué factores afectan al alza o a la baja del recibo. Un pan como unas
hostias para el consumidor quien, de paso, ha de ver que existen barreras de entrada para nuevas
empresas en este mercado, lo cual garantiza la supervivencia de este oligopolio.
La Comisión
Nacional de la Competencia lleva años denunciando las prácticas oligopolísticas
de este sector y considera que el precio de la energía se pacta, siempre al
alza, en los despachos de las grandes eléctricas. Sin embargo, aduce que no
puede enfrentarse a esta práctica ya que los enormes beneficios que se pueden
generar pactando precios compensan cualquier posible sanción, por elevada que
sea.
Por otro lado,
a tenor del Real Decreto sobre autoconsumo y producción con autoconsumo
eléctrico redactado por el Gobierno cualquier ciudadano que tenga algunas
placas en su tejado o cualquier otro sistema de producción de energía
renovable, tendrá que registrarse para pagar el “peaje de respaldo” y quien no
lo haga podrá ser sancionado hasta con 60 millones de euros. El propósito es
simple: arrancar de cuajo la más mínima posibilidad de autonomía energética de
los consumidores para que no perjudique los intereses económicos de Iberdrola y
del resto de compañías de UNESA. España, gracias a la ratificación del texto
legal de nuestro Gobierno, pasará a ser
el primer país del mundo donde el sol no pueda usarse libremente y se crearán
delincuentes solares. Como si el astro fuese propiedad exclusiva de las
eléctricas y todos los españoles tuviéramos que pagarles a ellas por servirnos
del sol que nos alumbra. No faltará
quien, por miedo, retire las placas de
su tejado y se ponga a consumir la energía
que procede de las centrales térmicas de gas, carbón o nucleares de estas
grandes empresas. En pocas palabras, el Gobierno se vende a las eléctricas
porque de su energía percibe sustanciosos impuestos que no está dispuesta a
perder.
Hay miles de
temas que los políticos y los medios de comunicación silencian o se quedan en
el limbo de los embrollos de los que no conviene hablar y nos afectan mucho a todos. Los ciudadanos lo
que queremos es honradez, buena gestión y buenos servicios, no discusiones
bizantinas y calentamientos de cabeza.
¿Por qué asistimos a la
bochornosa exhibición de mi bandera si, la tuya no? ¿Por qué tanta división,
tanto enfrentamiento? ¿para qué tantas y tantas palabras? En una España con
tantas carencias y recortes sociales, me gustaría mucho más que el Gobierno de
la nación redactase una ley que condenara e inhabilitara de por vida a quienes derrochan el dinero público, a quienes venden
y compran contratas, a quienes juegan con nuestros derechos e impuestos.
La
campaña Junts pel si, aun haciendo economías, ha contado con un presupuesto de 3,7 millones de euros (el
90% procedente de subvención pública) Mientras tanto, según el diario Expansión, la deuda pública
en Cataluña en el segundo trimestre de 2015 ha crecido en 1.753 millones de
euros y se sitúa en 67.855 millones, por lo que, en esa fecha, fue la Comunidad Autónoma con más deuda de
España, el 33,90% del PIB de Cataluña,
6031 millones de euros más que en el
mismo trimestre de 2014.
Es
inmoral que la gente se apunte al independentismo o a una España grande y libre
cuando hay gente que pasa hambre y duerme al raso, cuando sigue habiendo más de
cuatro millones de parados, cuando se ha precarizado el trabajo y la pobreza
aumenta, cuando hay tantas plantas de hospital cerradas, cuando tanta
corrupción ha habido en Convergencia, PP y PSOE. Lo prioritario hoy es satisfacer las
necesidades básicas de la población, actuar con ética y no robar, lo demás es
secundario.
Hace ya varias décadas, cuando al
nada honorable presidente de la Generalitat
de Cataluña, Jordi Pujol, lo acusaban de un turbio asunto en el caso
Banca Catalana, este se envolvió en la bandera nacionalista y todo se silenció.
Al grito de som una nació y echándole la culpa al Gobierno central y los no nacionalistas, todo se tapó y la gente
cerró filas apoyándole. Ovación cerrada y vuelta al ruedo, así durante 24 años
(1980-2003). Hace ya una década Pascual
Maragall le reprochó a Mas que tenía un problema que se llamaba el 3% Hoy, este delfín de Pujol, que fue consejero de Política Territorial y
Obras Públicas bajo su mandato entre 1995 y 1997 y gestionó 2.129 millones de euros, al parecer vivía en una nube y no se enteraba
de la corrupción que le rodeaba. Hoy ese hombre, bajo una exaltación
nacionalista todavía mayor que la de entonces, ha conseguido el 47% de los
ciudadanos le apoye y hasta le jalee con entusiasmo en pro de la República de
Cataluña. No hay mejor ciego que el que
no quiere ver, dice el refrán español. Y en estos momentos en donde tanto se
trae y se lleva la independencia de Cataluña,
no se está viendo qué es lo más importante.
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