martes, 3 de diciembre de 2013

LA LOMCE CON PATATAS



               Constitución Española /Articulo 27 . 2  La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.


         Un día el chaval llegó y dijo que se había acabado el combustible para la calefacción en el instituto y no había dinero para reponerlo. Al cabo de unos días más contó que el centro no tenía Internet por falta de pago. Otro llegó diciendo que iban a estar sin profesor mes y medio y que nadie iba a venir a sustituirlo. Otro que el especializado en la materia “x” estaba dando la materia “z” y andaba bastante perdido, pero que era el que iban a tener a lo largo de todo el curso. Estos y otros muchos sucesos, sin ir más lejos, han sucedido en nuestro pueblo, en nuestro instituto, en nuestro colegio, que viene a ser una parte infinitesimal de lo que está sucediendo en el resto de España, tanto en colegios e institutos como en la universidad o en el campo de la investigación,  pero sin duda es un claro ejemplo del empeoramiento de la educación y del maltrato a quienes valen. Notorios son los casos de investigadores que tienen que ir por ahí haciendo rifas y actividades para poder costear el sacar una nueva vacuna o aplicar un nuevo avance que palie una enfermedad.
 La respuestas son siempre las mismas: la herencia recibida, no hay dinero, hay que racionalizar el gasto, que se está aplicando una gestión “eficiente”, y otras por el estilo.
         Pero,  ¿quien puede creer ya en nada de eso? España ha ayudado a los bancos, con miles de millones de euros, a pesar de sus malas prácticas, sus preferentes, sus bonos basura y sus pelotazos especulativos, origen de la actual crisis. Ha habido una  amnistía fiscal, para que especialmente las grandes fortunas sigan defraudando sin cortapisas. La corrupción no se ataja y los políticos se untan bien en ella, perdiendo cualquier supuesta autoridad moral para que sigamos creyendo en ellos.
Dicen que el presupuesto en educación se ha reducido en 3700 millones de euros, y eso, teniendo en cuenta  que hace tiempo que estamos a la cola de Europa, sin duda debe ser un empujón de miedo. El ministro del ramo, el señor Wert, como si viviera en Finlandia, nos dice que en España sobran 20.000 maestros y profesores. De lo que se deduce que  ha metido el informe Pisa debajo de la alfombra, se ha olvidado del fracaso escolar y, por no se sabe que regla de tres, ha llegado a la conclusión de que nuestra educación es tan potente que andamos sobrados y no hace falta mejorarla.
Después de la reforma de la reforma y unas cuantas leyes educativas que en poco o nada parecen haber mejorado nuestra educación. Esta última parece ser la guinda del pastel y, queramos o no, nos la tenemos que comer con patatas. La estrategia de la nueva LOMCE parece clara: Los que fracasen que se retiren, que dejen espacio a los demás. Si dejan los estudios a los 14, no hay problema, que los dejen, así a lo mejor cambian las estadísticas. De esta forma, con muchos menos alumnos, harán falta muchos menos profesores y la educación “mejorará” aunque solo sea en el INE.
Que la religión en un estado laico como el nuestro, se potencia en detrimento de otras asignaturas y cuenta en el currículum, pues no importa, así se tiene a la curia contenta. Que  va a haber reválidas y pruebas externas realizados por agentes ajenos al centro donde los alumnos estudian y si no se superan se quedan sin titulación, pues mejor que mejor, así se esclarece al alumnado. Siempre habrá decepcionados que se vayan a su casa y dejen los libros. Los cerebritos que estudien y los normalitos y regulares que lo dejen. Que suben las matrículas en la universidad y se reducen las becas y sólo pueden estudiar los ricos, pues que se jodan los demás, que el Estado no está para mantener  a gente con una mano delante y otra detrás. Que en los comedores hay que llevarse la merendera, pues que se la lleven, que ya está bien eso de andar a la sopa boba.
“Acabemos con la pobreza, matemos a los pobres”, escribió algún neoliberal en una pintada para bochorno de cualquier persona con dos dedos de ética. Ese mismo lema parece aplicarse hoy a la nueva ley de educación tantas veces rechazada y vituperada en docenas de manifestaciones por parte de todo el sector educativo, por todos los partidos políticos con excepción del Gobierno.
Acabemos con la ignorancia, “eliminemos” a los alumnos, a los profesores, a los que disienten, a los que se niegan a aceptar que la enseñanza en España va a mejorar con peores normas y mucho menos presupuesto. 
No importa que tu hijo no tenga profesor un mes o más, no importa que el que le de una materia no tenga demasiados conocimientos de ella. No importa que no haya profesores de apoyo. Da lo mismo.  Luego todo se igualará con una buena reválida y un suspenso general. No importa que los libros no sean gratis, que los comedores se cierren, en España solo hay doce millones de personas en situación de pobreza y exclusión.
No importa. Nada parece importar. Porque si importase habría menos dinero para rescatar a los bancos y especuladores y más para la educación, más para la cultura y la sanidad. Más para el ciudadano y menos para las grandes corporaciones y para las empresas que se aprestan como buitres a privatizar lo que debería seguir siendo un derecho de todos. Menos para los grandes proyectos faraónicos inútiles y más para lo vital y necesario.
Aprobada esta reforma, calificada por algún alto cargo del Gobierno como el medio para llegar a la “excelencia educativa”, ya sólo nos queda que a educadores, padres y alumnos nos den el carné de idiotas. Resulta que es una ley estupenda y no nos habíamos enterado. ¿En qué estaríamos pensando para no darnos cuenta?

viernes, 4 de octubre de 2013

Made in spain




La marca España, amén de todas sus bondades y buenas intenciones, lleva todos los visos de ser inmortalizada por un grado superior de corrupción e inmoralidad que nos hará figurar en los anales de la historia de la miseria humana.  Sin duda son muchísimas las empresas, instituciones y personas físicas que nos dan renombre y hacen que uno se sienta orgulloso de ser español. Pero la corrupción política y la injusticia han llegado a unos extremos que ensombrecen las luces que nos hacen brillar. En pocos lugares del mundo civilizado pueden verse a los grandes estafadores encumbrarse como directivos de multinacionales después de haber arruinado a miles de familias con las preferentes. Pero eso era poco para la marca España. Hacía falta rebasar el listón de la ignominia. El Gobierno ha autorizado, de una manera aún más flagrante, a que los bancos cancelen el pago de intereses a los propietarios de preferentes, se dificulta  el acceso a los tribunales a los afectados por la estafa. Y para colmo, en caso de obtener una sentencia positiva, se pretende que el Fondo de Reestructuración Ordenado Bancario (FROB) tenga la capacidad para impedir que se cumpla.
            En otros lugares los políticos dimiten por falsear una tesis. En España a los estafadores, además de ponerles medallas, el gobierno les ayuda a que escapen. Así lo aseguran los expertos en el tema, quienes afirman que desde la reforma que realiza Rato en el 2003, pasando por los últimos decretos del gobierno actual, lo que se ha realizado es toda una arquitectura legal, a medida, para permitir a los bancos y cajas incautar fondos de la gente, hacerlo gratis, no devolverlo y que no les pase factura. Todo un símbolo made in spain.
            Pero la marca España, o mejor dicho la España que nos marca con hierro candente a los españoles tenía mucho más que añadir  con esa justicia dilatoria donde a fuerza de presentar recursos y marear la perdiz, se llega a esa fecha en el que todo ha prescrito y los ladrones se van a su casa como si nada y siguen siendo señores respetabilísimos. Porque la Justicia made in spain tiene fecha de caducidad, como los yogures, y los delitos al cabo de un tiempo prescriben como si nunca se hubieran cometido.
            Pero esta España del 26% de parados, esta España que cierra hospitales y crea cada vez más listas de espera. Esta España que  deja a los alumnos sin profesor, no paga las facturas y aboca a la ruina de miles familia. Esta España que esta pasando hambre necesitaba una  vuelta de tuerca olímpica. Ocho millones de dinero público se han gastado en la candidatura olímpica de Madrid 2020. El equivalente a lo que quería recaudar Hacienda con la subida del IVA del año pasado y lo que se quiere ahorrar gracias a la reforma local.  Una cantidad idéntica a la que ha invertido España en América Latina en materia de cooperación al desarrollo entre 2000 y 2010. Pero eso si, esta tercera candidatura olímpica era la de “la austeridad”, ya que fue mucho más económica que la de 2012 donde se invirtieron 22, 4 millones de dinero público. Pero con toda esa austeridad hay datos que nos llaman poderosamente la atención. ¿Saben que el dossier de la fallida candidatura Madrid 2020 costó 740.000 euros más IVA y la traducción del mismo supuso otros 20.000 del ala, más IVA?. ¿Han escuchado que la factura de los uniformes fue de 42.895 euros?.
Con 8000 millones de euros se podría haber dado de comer a muchas personas, se podría haber mejorado algo esta sanidad de cartón que nos están dejando. Pero no, era mucho más importante que este país endeudado y su capital, con el ayuntamiento más entrampado  de España y 9800 millones en inversiones olímpicas, -el 80% de los cuales debe a los bancos-,  volviera a endeudarse, para fardar ante el mundo con un proyecto olímpico que, según las últimas noticias llegadas de Londres, al menos allí, no tuvo la rentabilidad ni las expectativas esperadas, puesto que ni siquiera recuperó la inversión realizada.  Pero este es el modelo made in spain, este es el símbolo de esta España que nos marca, que nos empobrece moral y físicamente. La España de las grandes instalaciones y presentaciones y la de los deportistas mal pagados. La España de tirar cohetes aunque no haya para comer. Esta España de políticos mangantes, mentirosos y sin escrúpulos que día a día remueven el caldo putrefacto de esta olla en la que nos movemos todos. La España de Rato, de  Bárcenas, de los Ruiz- Mateos, la de Roca, la de Fabra, la de Urdangarín, la de los falsos ERES. Viendo su ejemplo, pronto no habrá nadie que se salve. Ningún españolito quiere ser el tonto honradísimo, el  ciudadano ejemplar que alza la copa del meado como un mentecato. Visto lo visto, todo hijo de vecino es muy posible que prepare sus trapacerías.
No, no creo en los políticos. No creo en los banqueros ni en sus alianzas con el poder. Apenas creo en la justicia y este desánimo, por desgracia, es el pan con que nos alimentamos todos los días. Creo en esa fuerza social cada vez más grande para cambiar las reglas del juego. Creo en los que no se callan. En los que no se doblegan. No soporto ese silencio claudicante que nos va matando. Si somos capaces de reclamar cuando nos devuelven mal el cambio, ¿por qué no protestar frente a la corrupción, el despilfarro y la injusticia con los que tanto daño se nos inflige a todos? 

                                                                  M. Picó

martes, 6 de agosto de 2013

Los tontosabios






Quizás me paso. Cuando escribo pienso que siempre hay alguien que puede hacerlo mejor que yo. Cuando conduzco sé que soy bastante mejorable. Cuando nado, a menudo me fijo en quien lo hace mejor. Cuando hay un error en un una  cuenta, lo primero que pienso es que tal vez lo he cometido yo. Nadie es infalible, pero quizás yo menos  que otros. No me gusta alardear de nada. A todo hay quien gane, pienso.
El corredor que hoy batió el récord del mundo, mañana será desbancado por otro que lo superará. El plusmarquista verá un día que otro queda por encima de él.
La competencia del capitalismo salvaje nos aboca continuamente a  hacer comparaciones,  a medirnos con los demás como si participásemos en una competición y la vida no fuese más que tratar de quedar por encima de los demás. Cuando la Administración convoca (o convocaba) determinadas plazas y se presenta todo un ejército de candidatos, sólo los que alcanzan las mayores puntuaciones logran un trabajo. Cuando una empresa realiza una selección de personal, ahí están las pruebas y test que obligan a competir a los interesados en una dura carrera. El mundo es grande y, tarde o temprano, entramos en una lucha descarnada y competitiva.
Siempre hay alguien que descolla, un cráneo privilegiado que diría don Ramón del Valle Inclán, que da sopas con onda a los demás.  Los que quedan por debajo del listón tienen dos formas de digerir su “derrota”. Bien aceptando la realidad de los hechos. Bien alimentando su ego herido y creyéndose, falsamente, mejores que los demás, pese a que los hechos demuestren lo contrario.
En una ocasión me comentaron que un escritor que concursaba en un certamen literario telefoneó para informarse de quienes componían el jurado y protestar porque no le habían otorgado el premio a él, que, por supuesto, no había leído ninguno de los textos que competían en el concurso y, faltaría más,  presuponía que su relato era el único digno de premio.
Otro cinéfilo empedernido al que conocí, sin más que dos cortometrajes mediocres a sus espaldas, no sólo osaba compararse a los grandes directores de cine del momento, sino creía ciegamente que estaba muy por encima de ellos, pero, por desgracia no le habían dado su oportunidad.   
El éxito o el fracaso no son sinónimos de calidad y esfuerzo o de falta de ellos. Pero hay quienes están tan ciegos y pagados de sí mismos que nunca reconocen las virtudes de los demás. Dicen ser los mejores, pero, “injustamente”, no están reconocidos. Así hay escritores sin apenas obra, cineastas sin películas, novelistas plúmbeos, compositores sin música, empresarios sin empresas o con caóticas industrias y gestores ruinosos que llevan a la quiebra todo lo que tocan y ni siquiera son capaces de llevar las cuentas de su propia casa. Están ahí, en su Olimpo de vertedero, como insectos que creen ser dioses, sacando pecho, buscando el arrimo del edil, del director general o del importante de turno que les abra paso, aunque sea sin méritos. Moviendo los hilos de los que detentan el poder para coronarse con los laureles de la pompa y el engreimiento. Creen ser más que los demás, se sienten por encima de todos. Critican lo divino y lo humano, pero nunca a sí mismos. Ellos parece que no tienen defectos.
No negaré que, a veces, en rincones perdidos, hay mentes preclaras, superiores a las de quienes se alzaron con la fama y el dinero, y quizás nunca tengan ocasión de demostrar su valía. A veces hay pastores con más seso que muchos de los doctores de esto y aquello que pululan por ahí, mirando por encima del hombro. No digamos nada de tantos y tantos personajes que aparecen en la pequeña pantalla, que bien podrían quedarse en su casa para no abochornarnos.
Sin embargo, sigue siendo mucho más abundante y odiosa esa caterva de  fanfarrones, vanidosos y lamecumbres que van de emperadores por la calle, con la firme convicción de que su criterio es el único que cuenta y ellos son los que más valen.
Cada vez echo más en falta a la persona sencilla, al que no trata de competir con nadie, al que no le preocupa ser ni más ni menos que él mismo y trata con respeto a los demás. El que  se siente uno más y admira los valores y virtudes de los otros. Aprecio al que sabe mucho pero detesta aparentar, al que no va de arreglamundos, porque sabe que el mundo es muy posible que no tenga arreglo y, desde luego, no puede arreglarse con dos bravatas detrás de la barra de un bar.
El sencillo es un espíritu libre, democrático y es consciente de que la vida es un continuo aprendizaje y  nunca podrá saberlo todo ni estar seguro de la cuarta parte de lo que conoce. El vanidoso es un maestro que, de antemano, todo  lo sabe, aunque todo lo ignore.
No hay mayor necio que el que cree que todo lo sabe. No hay mejor tonto que el ignorante con ínfulas de sapiencia. No hay más torpe ni más cínico que el que no reconoce sus torpezas y se regodea ante los defectos ajenos para hincharse como un globo. De esos, como decía un vecino, no me guarden pepitas.

lunes, 29 de abril de 2013

Desahuciados y nazis




         Estaba yo en mi butaca de siempre cuando la televisión dijo la palabreja: “escrache”. No la había oído en mi vida, pero desde el principio supe que si se recurría a un extranjerismo tan ajeno a nosotros, no era para lanzarles piropos, sino para marcar a las ovejas descarriadas del rebaño.

         Ahora ya sé su significado.  Son los tocapelotas que protestan ante las casas de nuestros políticos. Son los acosadores de nuestros mandamases, los que la montan por fruslerías como quedarse en la calle y sin qué llevarse a la boca. ¡ Por Dios!, ¿cómo se puede molestar a un político que hace lo contrario de lo que el pueblo le pide, que es  casi todo lo que no prometía en su programa?

         Soy plenamente partidario del derecho a la intimidad de cualquier persona. Nada tiene que ver la familia de unos u otros políticos con los asuntos que se debaten en el Parlamento ni con las decisiones que los parlamentarios toman. Pero este hecho, sin duda reprobable, choca contra otro que sin duda lo es cien veces más. Porque quedarse en la calle y tener que seguir pagando al banco la deuda de la casa donde te han echado, tiene nombre, apellidos y todos los adjetivos del mundo, pero mejor no pronunciarlos. Y, en esos casos, más de 400.000 familias en toda España, ya me contarán ustedes donde queda el derecho a la intimidad, el derecho a la vivienda, la dignidad o el más fundamental de todos los derechos, el de la vida. Ese derecho sin el cual todos los demás sobran, que ha sido arrebatado ya a demasiadas personas que, viéndose entre la espada y la pared, optaron por suicidarse para acabar con sus problemas.

            El  Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) considera que la legislación española que regula los procedimientos de desahucio vulnera la normativa europea comunitaria de protección de los consumidores, ya que contienen cláusulas o condiciones abusivascomo intereses de demora o vencimientos anticipados de préstamo.

 Europa sale en defensa de nuestros desahuciados, el Gobierno español, no tanto. A él  le cuesta hacer una ley que ampare a todos los desahuciados. No sólo a los que surgen ahora, sino a los ya se han quedado sin casa, y tan ilegal era antes la norma como ahora.

         No han faltado políticos que tachen de terroristas y nazis a este grupo de ciudadanos  sin techo. Encima de quedarse en la calle, -en buena parte, primero por favorecer la burbuja inmobiliaria, y en segundo lugar por su política de recortes, consecuencia de aquella- ahora se les califica de esta guisa. Están en la calle por una ley muy injusta y con una cartilla del paro. Están pasándolo muy mal y la protesta es el único medio que les queda para apostar por su sobrevivencia. Piden que se haga algo por ellos. Se defienden de la humillación y del desprecio  al que otros les han conducido, pero ahora, con una visión retorcida, resulta que son nazis y terroristas.

Queda claro: a los gobernantes no se les puede toser ni se puede ir con algaradas, ni frente al Parlamento ni en la calle y mucho menos en su casa. Ellos son los dioses intocables que el pueblo eligió en un alarde de esperanza. Son los que ciegos de sectarismo, no reconocen ni su soledad ni sus errores y crean un Olimpo de barreras, guardias y leyes para defenderse a sí mismos y al entorno poderoso que les rodea. Si alguien rompió un plato fue el otro. Si hay miles de personas que protestan en la calle en decenas de lugares de  España, son ellos los que se equivocan. Si las redes sociales son un hervidero de quejas y protestas, no hay que hacerles ni caso, el error es  de ellos por confiar en el futuro  y vivir por encima de sus posibilidades. El fallo es nuestro por no callarnos  y no rumiar este prado intragable como ovejas obedientes.

 Como dice Jose Luis Cuerda en su último libro, Si amaestras una cabra llevas mucho adelantado, refiriéndose a nuestros gobernantes, parece que quieren cobrar a la ciudadanía el alto honor de haberlos elegido, y eso  nos va a costar un pico (y una pala).

            Hay políticos que piensan que nuestro voto es un cheque en blanco para que ellos hagan lo que les venga en gana y eso no es democracia, sino pura dictadura. Y acallar e ignorar todas las protestas y volver a la censura, también. Por lo visto, creen que, hagan lo que hagan, siguen contando con nuestro voto, que a santa Rita lo que se da no se quita. Pero no saben que el voto hay que ganárselo cada día, defendiendo a los ciudadanos, a pie de calle. No vale ser un títere de Bruselas. No sirve hacer manualidades y recortar lo que nos diga la señora Merkel. Y, por supuesto está demás crear una burbuja inmobiliaria que nos lleve a la ruina.

Señores del Gobierno, no nos mientan diciendo que España se está recuperando cuando el paro ha subido hasta los 6,2 millones de parados. No se dobleguen ante los bancos ni exijan más y más sacrificios a los ciudadanos.  Cambien las reglas del juego europeo. No nos cuenten que van a luchar contra la corrupción, cuando la amparan. No nos hablen de justicia cuando protegen el fraude fiscal de las grandes fortunas. Den un paso firme hacia la dignidad. Estamos hartos de sus mentiras, de su desvergüenza, que obliga a pagar siempre a los más débiles. Todo eso no sé si es nazismo, pero, desde luego, es inmoral. Y un estado sin autoridad moral, sencillamente, sobra.  

A día de hoy, la legislación española no permite al juez encargado de un proceso de ejecución hipotecaria paralizarlo si considera que el contrato contiene cláusulas abusivas ya que le impide entrar a valorar este tipo de cuestiones. Así, una vez iniciado el procedimiento, el juez no puede ordenar la suspensión de la ejecución o subasta forzosa del inmueble y, por tanto, impedir que el deudor pierda la vivienda.
         Como Cuerda, yo también me pregunto quién juzgará  los crímenes contra la humanidad de la economía financiera. Probablemente no habrá  juicio y todos se irán de rositas. Los banqueros sin escrúpulos, los políticos corruptos y adorapesebres que les protegen, los empresarios tramposos y toda esa caterva de neoliberales de cuello blanco. De momento, como dice con sorna  nuestro paisano, ha habido suerte, nos van a joder en condiciones muy favorables.

Ética e ignominia




Uno tiene la idea de que se han los muchos progresos por la igualdad de la mujer. Hoy las mujeres están en todos los ámbitos de nuestra sociedad y aunque todavía queda mucho camino por recorrer, no cabe la menor duda de las grandes mejorías en sus derechos fundamentales. Sin embargo, de cuando en cuando, en nuestro país hay actitudes cavernícolas y netamente machistas que parecen  retrotraernos al más oscuro pasado. Y en este sentido es de lo más bochornoso el espectáculo que nos ha brindado el PSOE en Ponferrada, quien antepuso aliarse con un acosador para llegar al poder, antes que hacer del caso una cuestión de honor y rechazar de plano los votos de un señor que, por su negro pasado, no merece ocupar ningún cargo público. El ansia de poder, de la que ya habíamos visto tristes y numerosos ejemplos en España, nos sacude de nuevo ahora con el más repulsivo de los espectáculos: llegar a una alcaldía gracias a un acosador que fue juzgado y condenado y que, sin embargo, consiguió 6000 votos entre sus ciudadanos, y se pasea por las calles de Ponferrada como si tal cosa, mientras Nevenka, su víctima, se tuvo que ir a vivir a Inglaterra para no soportar la presión mediática, tanto de personas afines a su grupo político (PP), como de vecinos. 

         Triste aniversario del día de la mujer trabajadora en Ponferrada cuando, ese mismo día, la dignidad de la mujer se pisoteó  de esta forma, para alzar al poder a quienes apoyan a un hombre sin escrúpulos. Al parecer nada han dicho las asociaciones de la  mujer del municipio. Nulas las muestras de apoyo a la ex -concejal del PP que tuvo que abandonar su pueblo. 

Atrincherados en sectarismos políticos,  con el único afán de gobernar a toda costa, ni los de un bando ni los del otro han alzado la voz  para defender la dignidad de la mujer y no permitir que el acosador pueda presentarse de nuevo a unas elecciones. 

         Nada de eso parece importar. El acosador se volvió a presentar a las elecciones , sacó 6000 votos y, ahora, a través de una persona de su confianza y  gracias al PSOE, gobernará en el municipio.
         Hay algo enfermo en esta sociedad nuestra. Cuando se trata de aniversarios los políticos son los primeros en lanzar bonitos discursos. Las mujeres son lo mejor. Hay que seguir luchando por la igualdad. No a los malos tratos, no al acoso... Las consignas y las arengas floridas, el baile y la fiesta no faltan en el día de la mujer, pero cuando se trata de defender la dignidad de una mujer concreta, cuando se opta por elegir entre la ética y el partido, se elige al partido. Cuando hay que decidirse entre ostentar un poder que mancha las manos y la moral, a la vista está, se escoge el poder.   
       
  Aquella mujer humillada que se tuvo que ir del pueblo no importa. Aquello ya pasó. Hay que olvidar y perdonar. Pasar página. Eso parecen decir los votantes del acosador. Pero,         ¿todos los acosadores  pueden rehabilitarse?.¿Todos los protagonistas de corrupciones y abusos se vuelven honrados?. Ante la duda, mejor será no quedarse de brazos cruzados como hasta ahora y establecer leyes que impidan que todos esos señores puedan ejercer cargos públicos. No es difícil hacerlo, sin embargo, nadie lo hace. La nausebunda política, que tanto tiene de lo que avergonzarse, que no se sonroja y  sigue mareando la perdiz sin dar un paso. Y así estamos  con la ética del discurso y la ignominia de los hechos.   

sábado, 9 de marzo de 2013

Comiendo brevas




Corrupción y mentira. No pasa día sin que la radio, la prensa, la televisión e Internet vomiten  las miserias políticas de esta España nuestra. Un día aparece un señor con una cuenta con 22 millones de euros en Suiza, que luego resultan ser 38, y otro una señora hace una penosa intervención pública inventándose la revolucionaria forma de “despido en diferido”, como la retransmisión de algunos partidos de fútbol en la tele. Un día aparece el presidente diciendo que no sabe nada de sobresueldos y otro sacudiéndose las acusaciones, con sus declaraciones de la renta que, amén de subirse el sueldo un 27% en plena crisis, no prueba en nada su inocencia. ¿Desde cuando hay alguien que declara el dinero “B” en la declaración de la renta?. Y con este pueril argumento, toda la plana saca pecho para demostrar lo indemostrable.
         Un día un señor nos habla de cómo no han podido despedir a un compañero imputado en la trama Gürtel y, dos días más tarde, lo despiden, porque, como todos sabíamos, sí que se podía.
         La mujer no sabía nada de lo que pasaba en su casa cuando vivía con el marido. El brazo derecho de unos no sabía ni media de lo que hacía el brazo izquierdo. Los amigos no se enteraban de nada y al capitán de la nave le dieron el carné de bienvenida a la inopia nada más llegar. Todos estaban en la higuera, comiendo brevas. ¿Sobres?. Allí no veían  ni los que traía el cartero.
         Ninguno sabía nada. El garbanzo negro de la olla estaba apartado desde hacía mucho. Pero no, luego resultó que estaba en el fondo del caldero, que, por lo visto, no lo sacaron nunca. Si, pero no. No, pero si. Te echo de mi casa, pero luego compartimos mesa, nos divertimos juntos y hasta guardamos nuestros secretos, Y la oposición critica y el Gobierno le dice y vosotros ¿qué?. Y le restriega por el morro sus muchas suciedades y errores. El ventilador se pone en marcha y todo se salpica de porquería.  Y como todos tienen trapos sucios que lavar, amigos que proteger y errores que pasar por alto, seguimos lo mismo. Sin que haya transparencia en los partidos políticos, sin que la verdad resplandezca. Sin que se promulguen leyes que metan en vereda a los corruptos, utilizando todas las maniobras dilatorias que les brinda esta justicia tortuga, escurriéndose entre las grietas legales con los mejores abogados, agotando todos los recursos.
Seguimos viendo como se deja sin castigo a los mangantes, a los compañeros  que les ayudaron, con  los que tanto han compartido, a los asesores, que ahora desembarcan con sueldazos en la sanidad privada, a los amigos de sus amigos, que también son sus amigos. Y todo este compadreo, todo este afán de salvar el culo y la poltrona, siempre está muy lejos de la ética, de la dignidad, de la honradez, caiga quien caiga.
         Cuando algo huele a podrido, quien más o quien menos se desentiende y dice que los tribunales tienen la última palabra. No se ponen a trabajar para atajar la corrupción. Aquí sólo se habla.
         En Alemania un ministro dimitió por haber copiado en su tesis cuando era estudiante. En Inglaterra otro dejó el cargo por mentir a cerca de una multa de tráfico. Aquí, aunque la vergüenza arrastre por el suelo, se sigue en el puesto, como si nada. En España  hay discursos y frases. Hay algarabía y nada más.  Por tanto, con los dos partidos mayoritarios, seguimos, empantanados en ese juego de si pero no, escondiendo las manos debajo de la mesa. Entre la ética del discurso televisivo para dar buena imagen y la tropelía bajo cuerda. Entre la frase florida para quedar bien y el atraco canalla. Entre la pompa para salir en la foto y la miseria del ladrón de guante blanco. Entre la demagogia y la obscenidad del fraude y la mentira. Entre la democracia de mitin y el esconde las pruebas para que no nos pillen.
         Los ciudadanos estamos cansados. Hartos de mentiras, de promesas que se apuntaron en el agua, de papeles mojados, de electoralismos y brindis al sol. Queremos que los políticos trabajen de verdad para defender nuestros derechos, no para que los pisoteen. No para que nos pongan excusas y nos tomen por tontos. No para que nos hagan comulgan con ruedas de molino.
         Hace unos días la ministra de Sanidad, Ana Mato, tuvo la osadía de decir que la sanidad ha mejorado en España. Por lo visto no quiere enterarse de las plantas y hospitales que han cerrado, de los trabajadores sanitarios que han ido a la calle, de las manifestaciones en contra de su política, de las listas de espera, que tanto han aumentado, de la calidad de las prestaciones que tanto están bajando, de esa sanidad pública que se está desmantelando cada día que pasa. También hay otros responsables que, para pasmo de España entera, afirman que la educación o la cultura, gracias a una mejor gestión, experimenta una mejoría. 
         Ya lo dice el refrán: “no hay mejor ciego que el que no quiere ver”. El Gobierno está ciego y, visto lo visto, no se entera ni de lo que pasa en su partido ni de lo que nos pasa a los españoles. Con esta ceguera y las pocas ganas que hay de bajar de la higuera, los tropiezos están servidos.




                       

sábado, 2 de febrero de 2013

Efecto disuasorio


        


En época electoral, todo el mundo es bueno y los políticos se deshacen en elogios por nosotros. Hasta en el pueblo más pequeño se da  un mitin diciendo lo mucho que van a hacer y  lo poco y mal que lo hace la oposición. Van por ahí echándonos arengas sobre economía y equidad, dignidad, prosperidad... Nos recuerdan que todos somos iguales ante la Ley, que la dignidad es un derecho inalienable, que la sanidad y la educación son lo primero y, si hace falta, montan  una fiesta y nos prometen la felicidad con mayúsculas. Pero luego, sin esperar a enero, vienen las rebajas y los deseos y las buenas intenciones se evaporan hasta convertirse en humo. Brindan al sol las veces que haga falta. Sonríen, abrazan niños, porque ellos son el futuro, estrechan manos, reparten besos y se hacen fotos con abuelos con chepa y artrosis. Votadnos porque somos la esperanza de España. Pero al cabo de unos meses unos meten la mano en el cajón, otros se venden a las grandes corporaciones financieras y empresas multinacionales y todo se convierte en una montaña de mentiras.
El día que escribo este texto 21 centros de salud se quedan sin urgencias nocturnas en Castilla-La Mancha, al igual que ha pasado en otros centros de Cataluña, Extremadura y otras comunidades. A partir de ahora, algunos de estos consultorios y centros médicos prestarán atención hasta las tres de la tarde y otros hasta las ocho de la noche. Desde  esas horas, si algún vecino necesita atención urgente deberá desplazarse a otro municipio que sí la tenga o llamar por teléfono para ser atendido. Las razones son las mismas a las que ya nos tiene acostumbrados este gobierno: el ahorro. Según declaraciones de portavoces políticos del gobierno regional, es muy caro mantener un servicio cuando solamente se utilizaba una media de una vez por noche.
La medida, traducida al idioma de calle es bien clara: a los pueblos pequeños que les vayan dando. Los viejos, los enfermos, los pobres que carecen de automóvil o los que no están en condiciones de conducir que se jodan. Que se esperen a que quiera venir una ambulancia desde no se donde, que la palmen si llega tarde. Total, si son cuatro gatos, qué más da. Qué importa que alguno de esos habitantes de esos puebluchos de muerte puedan cascarla, si dentro de nada allí no va a quedar nadie. Que recen o le pongan una vela al santo, o si no que se vayan a otro sitio. Esa es la mentalidad que impera.
Se supone que todos los ciudadanos somos iguales ante la Ley, que todos tenemos el mismo derecho a la sanidad, que esta es universal y  una urgencia no admite demoras. Pero en estos tiempos todo son suposiciones.  Cuando menos se descuida uno, todo se convierte en papel mojado y se hace tabla rasa con  derechos que ha costado siglos conseguir.  Hasta los más básicos y elementales, como es el derecho a poder seguir viviendo.
Detrás de cada medida que se toma, dentro del ámbito que sea, hay un efecto disuasorio para que cualquier ciudadano se abstenga de utilizar los servicios a los que legalmente tiene derecho. Los ejemplos son notorios. Bien sea el euro por receta, las tasas judiciales, la no existencia de urgencias o la cancelación de cualquier servicio.
 Hace poco escuchaba por boca de un alto cargo del Ministerio de Sanidad que se había conseguido un gran ahorro gracias al cobro de recetas, como si la receta no se la hubiese extendido un médico, la medicina fuese una golosina y el enfermo no estuviese enfermo y se tratara de un niño goloso que la pide por capricho.
“Es muy caro, es un servicio inviable que estaba abocado a desaparecer” nos dicen, pero, ¿no es más cara la muerte?. ¿Pensarían lo mismo esos políticos si estuvieran viviendo en unos de esos 21 pueblos, si fueran mayores y estuvieran en riesgo de diñarla?. La salud y la vida nunca pueden medirse en términos económicos. Los servicios sociales, cualesquiera que sean, no pueden ser calibrados como un accionista  mide la rentabilidad de sus acciones. Eso puede estar bien para un empresario, no para un gobierno que,“se supone”, debería gobernar para todos y ha de buscar la igualdad de sus ciudadanos.
El gobierno repite hasta el hartazgo que la sanidad es universal para todos los españoles, pero se les olvida decir que la sanidad ya no es igual para los vecinos de los pueblos pequeños. Esos, por las tardes y por las noches, si les da un jamacuco, se quedan a verlas venir, a esperar a ver si llega la ambulancia a tiempo, y si no, morirse en un rincón. Y como se despide personal sanitario, las listas de espera son tan largas que hay quienes la palman  antes de que llegue el día de ser atendidos. Y, por supuesto, los inmigrantes sin papeles no tienen derecho a la sanidad. Y al final uno se da cuenta que lo realmente universal ya no es la sanidad, sino la muerte.
Garrota en mano, un anciano se cabrea y lanza al aire su pregunta : ¿Para esto he estado cotizando yo tantos años?. ¿Para que una noche no haya quien me atienda?.  La Consejería insiste en que la asistencia urgente está garantizada mediante los medios del Sescam, como las ambulancias, las UVI móviles y los helicópteros y añade que el teléfono 900 252 530 de 'Sanidad Responde' está operativo las 24 horas del día, como si con eso estuviese todo resuelto. ¿Pero sabe usted que hay cuatro helicópteros para toda la región? ¿Sabe usted cuanto tiempo puede tardar en llegar una unidad móvil, una ambulancia o un helicóptero a su domicilio?. En momentos de urgencia cada minuto cuenta, pero obviamente, con diferencia, los núcleos rurales lo tienen mucho peor que las ciudades. Esa falta de proximidad nos puede costar la vida a muchas personas.
Si hoy se elimina un servicio sanitario urgente, cualquier cosa puede pasar mañana. Si la vida o la muerte ya no significan nada, si dejamos que los pueblos se hundan más todavía en la miseria, ya solo nos quedará la inmoralidad. Porque es inmoral que a los muy  ricos se les haga una amnistía fiscal y a los enfermos de pueblo se les niegue el derecho a seguir viviendo. Es inmoral que a bancos, multinacionales y malos gestores nadie les sancione por sus atropellos e incluso se les ayude a prosperar, y a la gente más humilde se les quite el pan y la sal. Es inmoral que Unió se quede con el dinero de unos cursos de formación para parados y apenas haya castigo. Es denigrante que en un país donde ya se pasa hambre, haya políticos que defraudan hacienda y leyes que premian el fraude fiscal de las grandes fortunas, puesto que tributan en un porcentaje ridículo comparado con el resto de los españoles. Es vergonzoso que se cierren plantas enteras y hasta hospitales, mientras la corrupción se pasea todos los días de la mano de algún político y ninguno es capaz de modificar y endurecer las leyes para que los corruptos paguen como deben –en la actualidad los delitos fiscales prescriben a los 4 ó 5 años, y las investigaciones de los partidos son internas para que estos puedan proteger  a sus amigos. Es inmoral que un diputado le quede una pensión por cuatro años de cotización y cualquier hijo de vecino tenga que cotizar toda su vida para lo mismo. ¿Es esta la igualdad que se proclama en el artículo 14 de la Constitución española?. Es bochornoso  que la justicia imponga nuevas tasas a un servicio que ya resultaba oneroso y que nos aboca a una “justicia” para ricos que, con su dinero aplastarán con eficacia al más humilde, y a otra justicia en la que los pobres no les quede más remedio que no iniciar acciones legales  y soportar la injusticia. Es inmoral que se cobre por las recetas cuando antes ya hemos pagado por mantener la sanidad, discriminando así a los más enfermos, quienes, obviamente, no enferman por capricho. Menos mal que los tribunales han fallado en contra de esta medida y, al menos en este caso, han demostrado  más ética que los políticos,

Me pregunto qué pasará si la sanidad se privatiza, como todo apunta que lo hará si no ponemos remedio los ciudadanos. Si con la sanidad pública ocurren estos atropellos, ¿que pasará cuando las empresas privadas sean las dueñas y señoras de nuestros hospitales y centros de salud?. ¿Nos atenderán por Internet?, ¿Cerrarán la mitad de sus servicios para que tengamos que volver a pagar casi por todo?. ¿Qué empresa privada se instalará en los pueblos pequeños? ¿Especularán con nuestra salud?, ¿para qué servirá  el pago de  nuestros impuestos?, ¿para engordar a los bancos y las multinacionales?
La sanidad pública  no es compatible con los beneficios en ninguna parte, pero mucho menos en los núcleos rurales más pequeños. Es un derecho que hemos logrado después de muchos años. No podemos dejarlo caer.
Si hoy se niega la atención de las urgencias nocturnas a los pueblos más pequeños, donde, en su mayoría  viven personas mayores, ¿qué podrá ser lo próximo?, ¿dejar sin sillas de ruedas a los inválidos?, ¿eliminar la atención  sanitaria, día y noche en los municipios de menos de 2000 habitantes?. Sin lugar a dudas hacia esa deriva estamos retrocediendo y en ello puede irnos la vida.
Tres de los ayuntamientos de los 21 municipios sin servicio sanitario vespertino y nocturno, Tembleque, Adobes y Durón, han recurrido la decisión de eliminar estos servicios ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla- La Mancha. La decisión del tribunal es que solo estos sigan manteniendo su servicio de urgencias, mientras los 17 municipios restantes se quedan sin él. Está claro. No nos queda otra opción: o reclamar o exponerse a perder la vida.

                                                M. Picó

                (Este artículo también puede leerse en Internet manuelpico.blogspot.com)